Lamentablemente, una costumbre ancestral entre los ganaderos a uno y otro lado del Pirineo, genera cada año la quema no solo de pastos, como se supone que es la intención, sino también miles de hectáreas de valiosos bosques.
En esta ocasión la estabilidad atmosférica junto a la inversión térmica, impide que el humo se disipe, y junto a los vientos del NNW este humo se ha canalizado por los valles del Aspe y el Aragon dando lugar a un ambiente irrespirable.
Así se ha podido observar