Magnífico artículo de Angel Rivera “maestro y referente” de cualquier aficionado a la meteorología. Este artículo y muchos más lo podéis encontrar en su blog En el tiempo-Angel Rivera
En el tiempo-Angel Rivera
Meteorólogo de AEMET durante muchos años, quiero ir plasmando en este blog una visión integradora de la meteorología, la climatología y la predicción. Todo ello me sigue fascinando y atrayendo tanto o mas que cuando empecé mi actividad profesional
17 de noviembre de 2017
¿Cuándo va a llover?
Antes que nada, y para evitar gasto de tiempo y no llevar a equívocos al lector que, ilusionadamente, haya abierto esta entrada, esperando encontrar la respuesta a esa pregunta, debo decir que, lamentablemente, no va a encontrar aquí una respuesta concreta. Sí la pongo como título es porque refleja la gran cuestión que hoy está en la conversación de muchísimas personas, en los medios de comunicación y en las redes sociales.
He notado que, en el fondo de esas conversaciones y comentarios, late una cierta decepción y un punto de tristeza al constatar que, en una época de tantos avances científicos y tecnológicos, la meteorología no pueda aún ofrecer una respuesta concreta más allá de unos días vista, al menos para nuestras zonas geográficas. La complejidad del sistema Sol- Océano-Atmósfera, es tanta que, aunque cada vez conocemos un poco más, no es suficiente todavía para modelizarla adecuadamente de modo que podamos obtener predicciones más certeras. Y a ello hay que unir la propia naturaleza caótica de la atmósfera con la necesidad de establecer siempre predicciones de carácter probabilístico. Todo ello hay que explicarlo con sencillez y asumirlo al igual que también asumimos con satisfacción la espectacular mejora de las predicciones a corto y medio plazo durante los últimos 15 o 20 años.
Sin embargo, la constatación de esta dificultad predictiva así como la del conocimiento del carácter cíclico de las sequías en la cuenca mediterránea, no parece que aún hayan convencido del todo a los distintos responsables para tomar medidas más eficaces sobre la gestión del agua. Ya en primavera, a la vista de la situación en aquel momento, comentábamos las dificultades que íbamos a experimentar si el otoño venía seco, como así está siendo. No veníamos ya de una situación de superávit hídrico: si tomamos los datos de los informes publicados en los últimos años por AEMET, cabe recordar que el último año con carácter de “muy húmedo” fue el 2010 (el único que ha habido hasta el momento al menos desde 2005). Después, 2011 y 2012 fueron secos, 2013 y 2014 aproximadamente normales, 2015 muy seco, 2016 normal y 2017….ya vemos como se está comportando.
Pero, más allá del carácter concreto de cada año en los que se refiere a valores absolutos de precipitación, es muy importante tener en cuenta dos cosas más. La primera es la importancia que tiene el “cómo llueve”, es decir, si esas lluvias son las más adecuadas para rellenar acuíferos y embalses y ayudar a la agricultura o bien su distribución irregular durante el año y/o su torrencialidad no las hace las más adecuadas, como en buena medida viene ocurriendo. Por otra parte, el carácter cálido o muy cálido predominante de estos últimos años está favoreciendo mucho evaporaciones y evapotranspiraciones contribuyendo así de un modo notable al déficit hídrico.
Y no nos puede servir de mucho consuelo pensar que, de acuerdo con las proyecciones climáticas, las lluvias, aunque disminuyendo, lo harán de forma muy pausada. Aún en el caso de que eso sea cierto, lo que sí parece muy probable es que su irregularidad o torrencialidad y la acusada evaporación se mantengan o incluso puedan aumentar. Ante este panorama creo que debe ir abandonándose, o al menos matizádose mucho, ese comodín de que las sequías son cíclicas en el área mediterránea y de que, al final, siempre llueve. Más bien deberíamos asumir la alta probabilidad de que nuestros recursos hídricos van a ir siendo menores por las causas expuestas. Y desde esa asunción, planificar a largo plazo una adecuada gestión hídrica si no queremos vernos en serias dificultades.
En cualquier caso, si algún lector ha llegado hasta aquí, creo que merece que hagamos algún intento de acercamiento, más que de respuesta, a la pregunta que da título a esta entrada. Pues bien, si consultamos los mapas probabilísticos del Centro Europeo, vemos que entre mediados y finales de la próxima semana algunas vaguadas atlánticas pueden acercarse al oeste peninsular y provocar lluvias en el noroeste y puntos de la mitad oeste. En cualquier caso la incertidumbre es bastante alta y todavía podría haber cambios en uno u otro sentido.
No son muy optimistas tampoco los mapas de predicción del mismo Centro para las próximas tres semanas, ya que siguen apuntando a anomalías cálidas y secas sobre nuestras zonas. Y es muy preocupante porque, de cumplirse, noviembre podría acabar muy seco y con él, el trimestre otoñal.
Anomalías para el 27 de noviembre al tres de diciembre y del 4 al 10 de ese mismo mes. Las precipitaciones van tendiendo a la normalidad en la mitad norte y las anomalía cálida se va debilitando. |
Nos toca confiar ahora en el invierno. Aunque es verdad que, en general, el otoño es siempre más lluvioso que el invierno, ha habido algunos de éstos que nos han ofrecido sorpresas interesantes. Recordemos por ejemplo el año 2009 cuando, tras once meses secos o muy secos, la segunda quincena de diciembre fue especialmente lluviosa, algo que se prolongó durante enero y febrero de 2010. ¿Pasará así en esta ocasión? Es posible, pero, al menos desde la meteorología “ortodoxa”, no lo sabemos. Ojalá sea así. Lo que sí sabemos es que en una sociedad actual no podemos ligar solamente nuestro bienestar a esa idea, desde mi punto de vista muy peligrosa, de que “al final siempre acaba lloviendo”.
Publicado por Ángel Rivera