Colaboración con el periódico El País. Nubes noctiluctentes. 18/06/2019

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En el País 17062019 Meteosojuela. La Rioja

Video de apoyo a la noticia del avistamiento de nubes mesosféricas polares o nubes noctiluctentes en latitudes bajas en la madrugada del 16/06/2019

Nubes azules: el raro avistamiento en España de las ‘bombillas de la atmósfera’ de Siberia

Aparecen al amanecer o al ocaso, tienen un aspecto fantasmagórico, y su color oscila entre el blanquecino y el azul eléctrico. Es un fenómeno habitual a lo largo del verano en zonas altas del hemisferio norte, como Escandinavia o Siberia. Pero también, aunque rara vez, se ven en España.

Las llamadas “nubes noctilucentes” o “nubes mesosféricas polares” suponen “un espectáculo casi inédito” en los cielos de la península Ibérica, asegura Rubén del Campo, especialista en nubes y uno de los portavoces de la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet). Del Campo confirma que este misterioso resplandor nocturno pudo verse el pasado fin de semana al amanecer en puntos de la geografía de la mitad norte como Pamplona, Zaragoza, La Rioja, Soria, Santander, los Pirineos, pero también más al sur, en Madrid y Extremadura.

El domingo, una amiga envió a Del Campo una foto por WhatsApp que a su vez ella había recibido de otra persona. El autor, Adriano Casado, había captado los cielos de Pamplona cubiertos de una extraña y fina masa gaseosa. Del Campo lo tuvo claro tan pronto como la vio: “Las identifiqué sin ningún género de dudas: eran nubes noctilucentes”, afirma. Pero lo que no era evidente es que hubieran sido captadas en Pamplona y ese día. Recurrió al delegado de Aemet en Navarra, quien certificó que el lugar que indicaba la imagen era efectivamente Pamplona, y que se daban las condiciones para que se produjera este peculiar fenómeno. Localizó a un observador en Noáin: también él las había visto de madrugada. “Las hemos dado por buenas”, sentencia el experto, al que esta curiosidad meteorológica le está robando horas de sueño porque aún no ha logrado fotografiarla.

Estas nubes se forman en la mesosfera, a entre 60 y 100 kilómetros de altitud, y se observan cerca de las latitudes polares, de ahí que también sean conocidas como nubes mesosféricas polares. El portavoz de la Aemet recuerda que las nubes, y la mayoría de los fenómenos meteorológicos, se generan en la capa más cercana al suelo, la troposfera, situada entre la superficie de la Tierra y en una franja de entre los 12 y los 15 kilómetros. Le sigue la estratosfera, conocida porque es donde se encuentra la capa de ozono, y por último la mesosfera, donde se producen las temperaturas más bajas de la atmósfera. “Se puede llegar a los 130 o 140 grados bajo cero en verano, que es cuando mas fría está”, anota el experto.

Las bombillas de la atmósfera, como también se las conoce porque se encienden en mayo y se apagan en octubre, se le han escapado al coordinador de la revista RAM Meteorología, Francisco Martín, y eso que fue él quien había puesto sobreaviso a Del Campo. Le alertó del actual récord en un registro de nubes noctilucentes a más baja latitud. La detección del fenómeno en latitudes más meridionales se produjo el viernes 14 de junio por la mañana, cuando Don Davis las fotografió desde el parque nacional de Joshua Tree, en California, a casi la misma latitud que Los Ángeles, muy al sur para lo que es frecuente. Días antes, ya se había superado la cota más meridional en Albuquerque (Nuevo México). Francisco Martín se preguntaba si, dadas las condiciones atmosféricas y de acuerdo al criterio de otros expertos, también se podrían llegar a ver en España esta temporada. Así ha sido.

Los especialistas consultados constatan lo raro del fenómeno en España. Del Campo solo puede citar dos casos de avistamientos documentados: en los veranos de 2009 y de 2010. Martín añade otros dos, detectados en el Observatorio de Calar Alto (Almería), y que los ubicó sobre los Pirineos el 14 y 18 de junio de 2012.

La primera vez que se describieron fue en 1885 y se concluyó que el fenómeno lo causó la gran erupción del Krakatoa (Indonesia), que había provocado dos años antes una importante eyección de polvo volcánico a grandes alturas, detalla Del Campo. Añade que después se ha determinado que existen otras fuentes de partículas, como el polvo de meteorito, necesarias para que a su alrededor se condense el vapor de agua que origina las nubes.

Pueden recordar a los cirros, las nubes altas típicas de color blanquecino, como hebras o plumas, apunta Del Campo, pero tienen una peculiaridad: se observan antes del amanecer o tras el ocaso, “cuando ya se ha oscurecido la parte baja de la atmósfera, pero las capas altas siguen iluminadas por un sol oculto en el horizonte”, aclara. Presentan un brillo entre azulado y blanquecino y suelen aparecer a miles de kilómetros al norte de España, en latitudes subpolares, en países como los escandinavos, la región de Siberia, o Canadá…”, añade.

Entonces, ¿por qué se han visto ahora en España? La respuesta no está clara. “Lo más probable es que hayan sido mas brillantes de lo habitual”, admite Del Campo, que considera el actual avistamiento generalizado un caso insólito. Aunque no es la primera vez que se observan en la Península, el experto constata que esta es la primera vez que se registran en tantos lugares distintos. Dos motivos lo han propiciado: las bombillas de la atmósfera han sido especialmente visibles esta vez y, además, la generalización de los móviles con cámaras ha facilitado capturarlas.

Dudosa influencia de un meteoro

Josep María Trigo Rodríguez, astrónomo y astrofísico del Instituto de Ciencias del Espacio del CSIC, indica que la red de investigación sobre bólidos y meteoritos registró “al menos un bólido bastante luminoso en la noche del 14 al 15 de junio”. “A veces con un único evento meteórico, suficientemente masivo como por ejemplo un bólido productor de meteoritos, se podría justificar algo así, pero no parece tan luminoso”, indica. “Con la cámara del Observatori Astronòmic del Montsec [en Sant Esteve de la Sarga, Lleida], que registra la atmósfera sobre la mitad norte peninsular, no tenemos ninguna actividad meteórica inusual que justifique la aparición de esas nubes noctilucentes”, añade.

“Este año, las noctilucentes están siendo mejores”, abunda Francisco Martín, que recuerda que estos fenómenos son “raros y misteriosos” y que aún están en fase de investigación. “Hay muchas dudas sobre su origen y composición”, reconoce este antiguo experto de la Aemet, quien añade tres factores a sus avistamientos sureños. “Uno es que se producen sobre todo cuando el sol se dirige hacia un mínimo de actividad y llevamos entre 27 y 29 días sin manchas solares”, argumenta. Otro, que precisamente ahora nos encontramos en la “plena estación” de las nubes noctilucentes. Un tercer factor: investigaciones recientes apuntan a que una mayor presencia de metano en la atmósfera, entre otras causas por las emisiones de la agricultura y de la industria, puede estar multiplicando la creación de este tipo de nubes. “Aunque son inocuas, porque no producen lluvias ni efectos en la superficie, son señales significativas de que algo está ocurriendo en la mesosfera, bien por efecto solar bien por efecto antropogénico [causado por el ser humano] a través del calentamiento del planeta”, concluye el experto. Del Campo abunda en ese aspecto: “El metano es un gas de efecto invernadero entre 20 y 30 veces más potente que el dióxido de carbono y cuando se oxida genera vapor de agua”, recuerda este experto, que considera que sin la acción del hombre las noctilucentes no serían visibles en España. “Hay un estudio que indica que las probabilidades de observarlas antes de la revolución industrial eran de apenas una vez cada 30, 40 o 50 años y ahora ha aumentado a una vez por temporada”, apunta.

Ambos expertos hacen hincapié en que de estas nubes “está todo por investigar”. La NASA cuenta con la misión Aeronomía del Hielo en la Mesosfera (AIM, en sus siglas inglesas) dedicada en parte a estudiarlas. “Se sabe muy poco acerca de cómo se forman estas nubes sobre los polos, por qué se ven a menor altura o por qué se han ido haciendo más brillantes y más frecuentes. Algunos científicos han sugerido que pueden ser el resultado directo del cambio climático inducido por el hombre”, apunta la NASA sobre estas formaciones, de las que dice que son “únicas y esquivas” y que están “literalmente, en el borde del espacio”.

“Nada que ver” con las auroras polares

En Twitter algunos usuarios han compartido sus fotos y las han identificado, por error, con auroras polares. “No tienen nada que ver”, replica Del Campo. “Para empezar, las auroras no son nubes, ni tampoco son vapor de agua condensado, sino que son fenómenos lumínicos que aparecen en capas más altas, en la denominada magnetosfera, a 100 y 200 e incluso 1.000 kilómetros de altitud”, describe el experto. “Se producen por la interacción de las partículas de la magnetosfera con el viento solar”, detalla, para añadir que además son fulguraciones de otro color, verdoso o rosáceo.

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